“El hospital humano puede tratar y sanar las heridas y enfermedades del cuerpo, PERO, solo Cristo puede tratar y sanar las heridas y enfermedades del alma.

Muchas heridas no sangran por fuera, pero silenciosamente te estan destruyendo por dentro, constantemente te roban la paz, la alegría, el entusiasmo y crean un vacio de tristeza y soledad y sin darte cuenta, te estas acostumbrando o ya te acostumbraste a ese dolor como si fuera normal, pero no lo es. 

Esas heridas no tienen forma ni cicatriz visible, pero estan consumiendo lentamente tu alma, y tus respuestas suelen ser automaticas, "estoy bien" "no necesito ayuda" "No me siento digno de ir a la iglesia" "yo puedo superarlo por mi propia cuenta" "todos los pastores son hipocritas y ladrones" "tengo mucho trabajo" "tengo metas" "Dios esta en todas partes" "siempre es la misma rutina" "No hay nada nuevo" Sin embargo, no fuiste creado para vivir bajo el yugo del rencor, confusión y dolor.

La Iglesia no es un refugio para perfectos. Es el hospital establecido por Dios, para recibir con brazos habiertos a los quebrantados, a los que han perdido las fuerzas, a los que han sido rechazados, a los que han caido,   a   los aflijidos, a los que an perdido el rumbo y a los que ya no encuentran sentido para seguir viviendo. 

La presencia de Dios es el lugar donde las heridas se convierten en testimonio, el dolor en propósito y la confusión en dirección, el amor de Dios no solo consuela, sino que transforma, renueva y da un nuevo comienzo.


Hoy puedes tomar la desicion de entrégar tu alma a Jesús, y comenzar con tu tratamiento de vida.”

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